domingo, 18 de febrero de 2018

"Si tú me olvidas" (Pablo Neruda)


Acercarse a la poesía de Pablo Neruda es  adentrarse en el alma misma del poeta, sin necesidad de luchar contra muros levantados por palabras vacías de espíritu.
Neruda tiende sus lazos al corazón mismo de quien se aviene a sus versos de la mano de un tono suave, sencillo, conversacional -"Tú sabes cómo es esto"- y va ahondando en la materia de lo cotidiano; de ahí despega al temblor vibrante de una pasión que parece retenida en la calma, para diluirse en ese oleaje que arrasa con todo lo que no sea el amor fecundo que edifica al yo íntimo del poeta. El yo escondido, verdadero que sale del amor intenso -no hay amor diferente- se derrama, salpica las palabras del verso; Neruda tiene la maestría de destruir el lenguaje previo y construirlo de nuevo, renacido, nutrido de sus sentimientos con una clarividencia que lo convierte en espejo del alma. Neruda tiene el don de la Poesía en su mano, en su ser desde la génesis del mismo; en sus ojos late un mundo sediento de ser retratado por el lirismo llameante que habita al poeta.

Acercarse a la poesía de Neruda es sentarse, frente a frente, a la magia que hace nacer el verso en todo el que se deja raptar por ella. Su escritura directa, desnuda de otra pretensión que no sea acariciar a la amada con su voz, rasga el aire que circunda sus poemas, y rompe con los supuestos sobre la entrega amorosa del corazón que acaricia sus letras.

La mirada del poeta se eleva por encima de horizontes que separan lo cotidiano de la belleza absoluta; se levanta sobre la distancia que hace sangrar el dolor de los amantes; se superpone al prosaísmo de la existencia y la vuelca a ese lado del mundo invisible a los ojos que cierran la puerta a la Poesía.

En este poema, Neruda parte de un condicional presente en todo su desarrollo, que rompe con la desesperanza de una separación que se torna incierta por ese "si cada día, ... si cada día..." porque en la repetición de la fuente del consuelo posible, del retorno buscado, del amor, está la fe en lo perdurable del sentimiento verdadero más allá de contingencias que se esfumarían de pronto con la mirada de ella.

Neruda y el amor; el poeta y el destino apasionado de un hombre que encontró en la Poesía la expresión más absoluta de la esencia del ser humano. El hombre no es nada sin ese amor que sublima su espíritu, que lo sumerge en un ascenso capaz de culminar con esa pasión palpitante, catarsis de la tristeza y el dolor, que transfigura su existencia en un ser para la amada, para el Amor, para la Poesía.


Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
 si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

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