jueves, 22 de marzo de 2018

Me lanzo

Me lanzo irremediablemente contra el suelo,

como cuando mis piernas contaban un lustro de vida.
Me lanzo contra el suelo,
con todas las fuerzas que me pueda otorgar,
el que me vigila desde arriba.
Y lloro, volviéndome de nuevo niña.

Me desahogo de tus latidos,
y me sumerjo en el mar.
Hace tiempo que ya no te oigo respirar.
Nos quedaban muchas fuerzas,
y deshicimos nuestro caminar.

Los oídos se me llenan de notas,
la boca de palabras que no puedo callar.
Y mis dedos resbalan tinta,
por toda la sangre que no pudimos derramar.

El corazón se vacía de su ruido,
me quería ahogar contigo,
quizá así hubiésemos podido flotar.
Naufragio herido,
me lanzo contra el suelo.

Y esta vez si, me rio, de tanto llorar.

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miércoles, 21 de marzo de 2018

Esto es Poesía, y muchos no lo saben

Siempre hablo desde aquí por todos cuantos estamos en este taller de poesía; pero hoy hablaré por mí, porque hoy la Poesía me ha regalado su presencia inequívoca y maravillosa.
Hace unas horas estaba en casa, trabajando, y se me ocurrió poner la televisión por escuchar "algo de fondo" en el silencio de la noche. Y me sorprendí viendo un programa de estos que ahora tienen tanto éxito -o audiencia más bien, diría yo-, de los que dan una oportunidad a personas que hacen cosas más bien tirando a "extrañas". De repente, escucho la palabra "Poesía", y levanto la vista; y encuentro allí, en medio de ese escenario inmenso, un muchacho solo frente al micrófono. Empieza la magia cuando su voz temblorosa por la emoción desencadena un verso tras otro de un poema compuesto por él mismo. El silencio es abrumador, tan absoluto e inquebrantable que ensalza la música que sale del alma del chico hasta tal punto que muchos de los que estaban allí -y yo misma desde casa- no pudieron sino responder con lágrimas a ese regalo que se nos estaba dando. Uno de los miembros del jurado dijo algo tan verdadero... "¿cómo ha conseguido sin más instrumento que su voz este aplauso inmenso? pues es fácil, la poesía ha cumplido consigo misma llenando de belleza y humanidad este plató de televisión" Y así es, la poesía es hermosa por esa emoción pura y sincera que lleva consigo cada vez que se hace presente.Y este muchacho, con su juventud, su humildad, con la poesía que lleva en su alma, nos lo ha recordado; y nos emocionamos por ello, porque se nos olvida a veces que la poesía es capaz de tanto... Yo vi allí, en César Brandon, la réplica de los rostros ilusionados de mis compañeros de taller, vi la valentía de alguien que se siente pequeño pero que es grande como para subirse a un escenario tan hostil al verso como es el del un medio televisivo y atizar esperanza a los corazones allí presentes; vi un joven que lloraba de emoción al ver cumplido su sueño tras siete años en España... Pero más que eso, he visto que hay personas buenas, con un alma hermosa; y he visto que la Poesía, la de verdad, está ahí para descubrirlas.

                                                                                 Rocío Romero

domingo, 25 de febrero de 2018

Hace casi veintitrés años...

Una de las razones de ser de este espacio es la de trasmitir el amor -apasionado a veces- por la poesía. Muchas veces no tenemos la capacidad, el conocimiento, o las fuerzas incluso para escribir de nuestra mano un buen poema; pero lo que sí tenemos es esa llama que late dentro de nosotros, que nos empuja a leer y sentir aquello que se lee como parte propia de que somos y experiencia viva de nuestra existencia. Hacer llegar la historia de amor de cada uno por el verso es una forma hermosa, sencilla, de demostrar por qué estamos aquí, y por qué día a día luchamos por que la poesía siga viva en nuestra realidad cotidiana:

"Era una tarde lluviosa de hace casi veintitrés años. Caminaba con la emoción de un encuentro amoroso cargada con la ingenuidad de sus quince años. Había esperado mucho tiempo este día, que ahora se abría paso ante sus ojos y ante su corazón. Miró al frente, desplazó su rostro en torno a sí misma y descubrió los rostros conocidos de las amigas que la acompañaban, y se preguntaba si ellas tendrían también esa sensación tan hermosa teñida de ilusión que ella sentía... no importaba; el encuentro iba a producirse y ella sonreía, sencillamente. Lo que para otros era simplemente una sesión de cine, para ella era un regalo inmenso... era su regalo de cumpleaños, que recordaría siempre con la misma emoción de ese momento. Al cabo del rato estaba allí, sentada ante la pantalla dejándose sumergir por esas imágenes de Granada, por el recuerdo de las palabras del poeta... Cuando terminó la película no podía articular palabra porque cada frase con la que intentara definirse emborronaría eso tan hermoso que sentía... Todos comentaban escenas, palabras, la crueldad de las circunstancias del momento narrado; pero ella callaba sosteniendo aún su entrada de cine -la guardó hasta que se borraron las letras impresas -, callaba como calla quien sabe que ha encontrado aquello a lo que quería dedicar su vida... callaba como quien sabe que se ha enamorado para siempre de aquello tan maravilloso que se llama poesía"

                                                                                             Rocío Romero

miércoles, 21 de febrero de 2018

"Llueve en silencio" (Fernando Pessoa)

Cuando leemos poesía, desaparecen las fronteras porque hay una residencia única que es la del alma. Y todo habla un mismo lenguaje, que es el de los sentimientos. Hoy abrimos nuestro diario de poesía y encontramos a Fernando Pessoa, un poeta fascinante, uno de los grandes renovadores del verso en lengua portuguesa pero que, por desgracia, muchos en nuestro país lo desconocen. Leer a Pessoa es leer poesía con mayúsculas pero también es leer con la palabra universal de la lírica ese tinte especial que tiene lo portugués; hay una dulzura, un equilibrio emocionado paralelo a la armonía sutil de la lengua del país vecino que no puede dejar indiferente... Quizá sea debilidad por la música, tan cercana a la poesía, pero es el fado lo que todo lo llena, el fado profundo, apasionado, triste, latente de sentimiento vivo y verdadero: poesía, vida, sentimiento, fado... Pessoa, en definitiva.


Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego...

Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece...

No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...

martes, 20 de febrero de 2018

De nuevo, la Poesía...

Hace justo un año, escribíamos esto:

"Definitivamente, "¿...Poesía? ... Yo invito" ha vuelto; y lo hace para que los jóvenes tomen el testigo del verso y se confirme en ellos que en Arganda habitan también la cultura, la sensibilidad, y la poesía. Gracias a todos los que iniciaron este camino, y a todos los que nos han ayudado."

Hoy, tiempo después, podemos repetir esas palabras; pero no volvemos, sino que seguimos presentes, y seguimos luchando por la poesía, porque creemos que es hermosa, que sigue viva más que nunca, y más que nunca la sociedad -esta sociedad que a veces parece desmoronarse- la necesita. Necesitamos esa belleza, esa sensibilidad que solo el verso es capaz de mostrar al que no la ha descubierto. Necesitamos conocernos por el arte, y por el arte ser libres... Nosotros ya nos dejamos atrapar por la poesía, que nos mantiene en el lugar de lo auténtico; y queremos seguir demostrando que vale la pena detenerse y mirar hacia dentro porque en cada resquicio de nuestra realidad puede haber escondido un poema que nos haga ser mejores.

SOBRE UN LIBRO DE VERSOS
Dejaría en el libro
Este toda mi alma.
Este libro que ha visto
Conmigo los paisajes
Y vivido horas santas.
¡Qué pena de los libros
Que nos llenan las manos
De rosas y de estrellas
Que se esfuman y pasan!
¡Qué tristeza tan honda
Es mirar los retablos
De dolores y penas
Que un corazón levanta!
Ver pasar los espectros
De vidas que se borran,
Ver al hombre desnudo
En Pegaso sin alas,
Ver la Vida y la Muerte,
la síntesis del mundo,
Que en espacio profundo
Se miran y se abrazan.
Un libro de poesías
Es el Otoño muerto.
Los versos son las hojas
Negras en tierras blancas,
Y la voz que lo lee
Es el soplo del viento
Que hunde en los pechos
–Entrañables distancias–.
El poeta es un árbol
Con frutos de tristeza
Y con hojas marchitas
De llorar lo que ama.
El poeta es el médium
De la Naturaleza
Que explica su grandeza
Por medio de palabras.
El poeta comprende
Todo lo incomprensible
Y a cosas que se odian
Él hermanas las llama.
Sabe que los senderos
Son todos imposibles
Y por eso en lo oscuro
Va por ellos con calma.
En los libros de versos,
Entre rosas de sangre,
Van desfilando tristes
Y eternas caravanas
Que hirieron al poeta
Que lloraba en la tarde,
Rodeado y ceñido
Por sus propios fantasmas.
Poesía es Amargura,
Miel celeste que mana
De un panal invisible
Que fabrican las almas.
Poesía es lo imposible
Hecho posible. Arpa
Que tiene en vez de cuerdas
Corazones y llamas.
Poesía es la vida
Que cruzamos con ansia
Esperando al que lleve
Sin rumbo nuestra barca.
Libros dulces de versos
Son los astros que pasan
Por el silencio mudo
Al reino de la Nada,
Escribiendo en el cielo
Sus estrofas de plata.
¡Oh, qué penas tan hondas
Y nunca remediadas,
Las voces dolorosas
Que los poetas cantan!
Como en el horizonte
Descanso las miradas.
Dejaría en el libro
Este, ¡toda mi alma!
Federico García Lorca, 1918. En Poemas inéditos de juventud.

domingo, 18 de febrero de 2018

"Si tú me olvidas" (Pablo Neruda)


Acercarse a la poesía de Pablo Neruda es  adentrarse en el alma misma del poeta, sin necesidad de luchar contra muros levantados por palabras vacías de espíritu.
Neruda tiende sus lazos al corazón mismo de quien se aviene a sus versos de la mano de un tono suave, sencillo, conversacional -"Tú sabes cómo es esto"- y va ahondando en la materia de lo cotidiano; de ahí despega al temblor vibrante de una pasión que parece retenida en la calma, para diluirse en ese oleaje que arrasa con todo lo que no sea el amor fecundo que edifica al yo íntimo del poeta. El yo escondido, verdadero que sale del amor intenso -no hay amor diferente- se derrama, salpica las palabras del verso; Neruda tiene la maestría de destruir el lenguaje previo y construirlo de nuevo, renacido, nutrido de sus sentimientos con una clarividencia que lo convierte en espejo del alma. Neruda tiene el don de la Poesía en su mano, en su ser desde la génesis del mismo; en sus ojos late un mundo sediento de ser retratado por el lirismo llameante que habita al poeta.

Acercarse a la poesía de Neruda es sentarse, frente a frente, a la magia que hace nacer el verso en todo el que se deja raptar por ella. Su escritura directa, desnuda de otra pretensión que no sea acariciar a la amada con su voz, rasga el aire que circunda sus poemas, y rompe con los supuestos sobre la entrega amorosa del corazón que acaricia sus letras.

La mirada del poeta se eleva por encima de horizontes que separan lo cotidiano de la belleza absoluta; se levanta sobre la distancia que hace sangrar el dolor de los amantes; se superpone al prosaísmo de la existencia y la vuelca a ese lado del mundo invisible a los ojos que cierran la puerta a la Poesía.

En este poema, Neruda parte de un condicional presente en todo su desarrollo, que rompe con la desesperanza de una separación que se torna incierta por ese "si cada día, ... si cada día..." porque en la repetición de la fuente del consuelo posible, del retorno buscado, del amor, está la fe en lo perdurable del sentimiento verdadero más allá de contingencias que se esfumarían de pronto con la mirada de ella.

Neruda y el amor; el poeta y el destino apasionado de un hombre que encontró en la Poesía la expresión más absoluta de la esencia del ser humano. El hombre no es nada sin ese amor que sublima su espíritu, que lo sumerge en un ascenso capaz de culminar con esa pasión palpitante, catarsis de la tristeza y el dolor, que transfigura su existencia en un ser para la amada, para el Amor, para la Poesía.


Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
 si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

sábado, 17 de febrero de 2018

"Se querían" (Vicente Aleixandre)


Hay algo en la poesía de Vicente Aleixandre de una emoción estruendosa; es la vehemencia pura, como si quisiese lanzar al mundo sus versos para colapsar las almas de los mortales sesgando los sentimientos más tímidos y volverlos torbellino de pasión hiviente. Es la poesía total, que se adentra en lo más profundo del ser para descomponerlo y reducirlo a la sustancia del amor verdadero, ese que nunca se olvida, ese que mantiene la febril dependencia de la caricia o de la mirada conmovida; ese que es vibración constante de la esencia del alma y amenaza con su temblor la estabilidad de los sentimientos dormidos a nuestros pies, que a veces parecen morirse de a poco como flores mustias.
La poesía de Aleixandre no va en ascenso armónico hasta el culmen perfecto, sino que es cima de la perfección y de la belleza desde el principio. Desde el primer verso rasga el velo que protege el corazón y lo vuelve a la infinitud de los sentimientos más profundos; es un grito de dolor, rabia, o plenitud que se acopla en lo más hondo del espíritu que necesita responder o romperse en pedazos surgidos de esa explosión de belleza, arrebato candente, y poesía verdadera.
Con este poema, “Se querían”, el amor que necesita ser comunicado por su hermosura arrolladora se interna en la sangre misma, símbolo de la pasión, porque está ya en la génesis del ser humano. El poeta puebla sus versos con imágenes que no desdeñan el dolor –las espinas- , un dolor que forma parte del sentimiento amoroso; de eso no hay duda, y Aleixandre lo sabe; su alma lo sabe. Es una visión total del amor, que invade cada uno de los rincones del orbe: la noche, el día, el interior de la tierra… una tierra que se torna metáfora del ser humano, que se funde con él y se hace solidaria con sus sentimientos… Esta concepción del amor totalitario, que mueve el mundo, se acompasa con esa forma de escribir volcánica, llena de repeticiones, de adjetivos inesperados llenos de fuerza, de eterna subida al clímax del verso en un ascenso que no cesa a pesar de que el lector parece no poder más con ese pulsar de su yo más íntimo y que se vuelve cada vez más intenso. Y esa tensión aumenta cuando todo parece frenarse con una sola palabra -“Amando”-, para concluir después de todo con un “se querían” que se ha ido cargando de toda índole de connotaciones, de fuerza, de ardoroso deseo de amar y saberse amado; pero, a su vez, lo ha hecho poseedor de vetas de una calma que amenaza desbordarse en armonía devastadora.
Poco más podría decir ahora tras la relectura de este poema que me ha salido al paso, sin buscarlo. Ese es Aleixandre; así lo recordamos, así lo leemos, y así sigue despertando nuestra alma.
                                                                     
Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.

Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.

Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.

Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
 mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.