miércoles, 23 de noviembre de 2016

Calmar tus heridas


La poesía es infinita en su poder sanador de almas rotas, no hay duda. Pero el poeta, que tiene en sus labios el verso, tiene en sus manos y en su corazón el instrumento que la poesía necesita para llevar su milagro a quien la necesita. La voz del poeta es luz, magia, arte y redención de almas cansadas y heridas.



Me recorría un escalofrío desde la nuca hasta los tobillos,
pasando por el epicentro de tu ombligo.
Me moría de versos,
de verte versar algún suspiro.
Me dormía  entre canciones,
que hablaban de colillas,
de alcohol y heroína.
Y nadie entendía, que yo me moría 
por ser droga;
ser una chica morfina,
que te supiera calmar las heridas.
Que te hiciera dormir en las esquinas.
Sacrificar tu suerte,
por convertirte en la mía.

Que se durmieran las alondras,
al salir el sol.
Por haber estado velándome,
las 500 noches del maestro Sabina.
Pero el ultimo favor que te pido,
es que me devuelvas mis 19 días.

                                             Emilia Ramos

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