Una hebra de hilo que puede extenderse al infinito; metáfora del aliento poético que queda prendido en el alma con si fuera un hilván que sella el verso para siempre en el corazón.
No sirve su fuerza:
las heridas del corazón
no se cosen
con bramante.
Porque eres tú
quien mueve los hilos para que todo
vuelva a empezar.
Eres tú quien maneja
los de esta marioneta
que soy yo.
Porque sólo tú
tienes permiso
para iluminarme
las heridas del corazón
no se cosen
con bramante.
Porque eres tú
quien mueve los hilos para que todo
vuelva a empezar.
Eres tú quien maneja
los de esta marioneta
que soy yo.
Porque sólo tú
tienes permiso
para iluminarme
o destruirme con tu risa.
Gonzalo Gamella
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